sábado, 12 de abril de 2008

Un trabajador como cualquiera

Bueno, creo que ya he progresado lo suficiente como para comenzar a escribir sobre mis experiencias. Parecerá increíble, pero cuando comencé a trabajar con la señora Betancourt, si bien sabía escribir, mi redacción era fatal. Aceptémoslo, pasé por secundaria de noche, más ocupado en chelear con mis cuates y dármelas de galán que en estudiar. A pesar de ello, tuve mis límites. La pandilla en la que estuve era más bien fresona, no le entrabamos a las drogas como otras de la zona, y cuando menos nos preocupábamos por pasar las materias, aunque claro, la excelencia académica nos tenía sin cuidado.
La gente suele tener una idea muy estereotipada de Ciudad Neza. Todo mundo piensa inmediatamente que somos drogadictos, delincuentes y gente de lo peor. Tendré que aceptar que hay quien vive de acuerdo a ese esquema, y está orgulloso de ello, pero una gran cantidad de los jóvenes tratamos de ganarnos la vida, a pesar de las dificultades. En mi caso, yo dejé de estudiar en cuanto terminé la secundaria, para entrar a trabajar como aprendiz de mecánico en un taller cercano a mi casa. aprendí rápido, y si bien no ganaba extraordinariamente bien, cuando menos servía para ayudar a la familia. Pero bueno, la cuestión es que tenía yo ambiciones, y esperaba hacer algo más de mi vida. Por eso, cuando vi un anuncio en donde se solicitaba un asistente general, y cuyo único requisito era el haber estudiado secundaria, decidí darme una vuelta. En realidad, no tenía una idea clara de lo que podría ser el trabajo, pero tenía algunas ideas, aunque nunca pensé que sería algo como ésto.

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