domingo, 25 de mayo de 2008

Obsesión y acoso

Una vez que estuvimos solos, Isabel pasó directamente a los hechos. Se dirigió a Lucía en un tono sumamente profesional, pero bastante amable, más que nada tratando de tranquilizarla, pues su estado era poco menos que histérico.
- Hola amiga, Soy Isabel, y vengo a ver lo del robo. Antes que nada, trata de tranquilizarte, sólo se robaron tu ropa interior. Es ofensivo y una falta de respeto, lo sé, pero tienes que estar tranquila.
- Tranquila ¿Y la violación? - dijo entre sollozos. Isabel levantó la ceja con preocupación.
- ¿Qué violación?
- Teresa me dijo, posiblemente sea un maniático obsesionado conmigo, primero fue ésto, luego me buscará para violarme.
- Lucía, en otro caso estaría de acuerdo contigo, pero ahora... Quiero que me seas honesta ¿Alguno de tus amigos varones han llegado hasta acá?
- Algunos, sí, pero le juro que para nada malo, en serio.
- Eso lo sé, pero no vine aquí a cuestionar tu vida sexual, sólo quiero saber si alguno de ellos sabía exactamente como sueles guardar tu ropa.
- Ninguno
- ¿Y de tus amigas?
- Así como saber exactamente, ninguna. Alguna vez me han acompañado mientras me cambio, pero de eso a conocer toda mi ropa, no. Además, ninguna de mis amigas es... este...
- ¿Lesbiana? - completó la frase sin tapujos - no te preocupes, no pensé eso, sólo quería saber. ¿Quién más te ha visto cambiarte, o que sepa cómo organizas tu ropa?
- Pues mi papá, Doña Meche que es la que plancha y me la acomoda. Y bueno, a veces me he cambiado estando Teresa, pero nada más.
- Interesante. Gracias Lucía, me fuiste de mucha ayuda por ahora, por lo pronto tranquilízate, porque de algo estoy segura: No hay ningún maniático tras de ti.
Durante toda la conversación con Lucía, estuvo jugueteando con el labial, y aún lo tenía en sus manos cuando se acercó a mí, con expresión pensativa.
- Muy bien Julio, en caso de que no fueras un obsesionado ¿Para qué robarías una pantaleta?
- Para venderla quizá, si conozco al pervertido. O quizá para tener una muestra de su olor, de sus fluidos, para alguna cuestión médica o de rastreo.
- Buenas ideas, pero ninguna de ellas explica el porqué sólo dejó unas cuantas, llevándose prácticamente todas las demás. De hecho, considerando la cantidad de ropa que tiene esta mujer, alguien podría haberse llevado una o dos sin que ella se hubiera dado cuenta.
- Cierto - Reconocí tras de un segundo pensamiento - Pero seguimos sin tener una explicación.
- De hecho la tenemos, pero me gustaría hablar con Teresa. Si no me equivoco, muchas veces los tutores conocen más de sus alumnos que los mismos padres, y más cuando no hay una imagen materna.
Guardó el labial dentro de la bolsa de su falda, y se dirigió hacia Teresa, con el estilo apresurado tan propio de ella.

No hay comentarios: