sábado, 19 de abril de 2008

talentos inesperados

Realmente estaba yo demasiado confundido para preguntar algo. Ella pareció intuir mis dudas, por lo que dedicándome una sonrisa condescendiente, comenzó a despejarlas.
- Como dije en el anuncio, solicitaba a alguien honesto, organizado, cuidadoso, observador, con iniciativa y deseos de aprender, y tú llenas todos esos requisitos
- ¿Y cómo sabe? - alcance a balbucear
Volvió a sonreír de esa misma forma entre maternal y autosuficiente que, después descubriría, le era característica, y comenzó a explicarme.
- Cuando entraste, veías cada una de las piezas con cuidado, y curiosidad, pero sin codicia. Eso habló bien de ti. El quitar los libros de la silla no era mucho mérito, pues de otra forma no hubieras podido sentarte, pero no los pusiste en el suelo, lo cual me habla del cuidado que le das a las cosas. Descubriste el librero vacío, lo que habla de tu capacidad de observación, y el que los colocaras en el mismo, me demostró que eres organizado. Y en cuanto a la honestidad...
se acercó al escritorio y, con sus dos dedos, levantó un largo cabello rojo de encima de los papeles, sonriendo maliciosa.
- El que no hayas revisado los papeles habla muy bien de ti

Tomó asiento frente al escritorio, y me miró a los ojos directamente, sin titubeos.
- Muy bien, la limpieza de la casa la maneja una señora que me hace el favor de ayudarme, pero hay cosas que requieren de una mayor atención. Ya sabes, llevar notas, manejar archivos... Y creo que es algo que bien podrías hacer tú. No te preocupes, Yo me encargaré de irte enseñando, pero si voy a necesitar que haya compromiso de tu parte. ¿Cuento entonces con tu presencia el día de mañana?
- Claro señora, aquí voy a estar
- Olvídate del señora, es muy formal, llámame Isabel. Pero eso sí, por ningún motivo vayas a decirme Chabela, Chabelita y mucho menos Doña Chabe.
Me sonreí junto con ella. Yo estaba tranquilo en ese momento, pero cuando salí, fue que comencé a preocuparme. Toda mi experiencia se reducía a lo que había aprendido en la escuela, y algunos meses como ayudante de mecánico. Pero por otro lado, esa mujer me intrigaba, y estaba seguro de que, de una forma u otra, ese nuevo trabajo iba a ser sumamente interesante.
No imaginaba yo hasta que punto iba a serlo.

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