sábado, 14 de junio de 2008

Cambio de planes

Isabel hizo una larga pausa, como si quisiera disfrutar el dramatismo del momento, y continuó
- Tú misma sabías que era demasiado arriesgado, pero estabas ahí, y no querías esperar a otro momento. Forzaste la única cerradura que quedaba con una varilla, y entraste. A partir de ahí, todo fue sencillo: sacar los documentos, sacarles varias fotos, y guardar la cámara en tu bolso. Ahí fue donde surgieron las dudas.
En ese momento, Isabel clavó su mirada en Teresa, que tenía dificultad para pretender enojo
- Sabías que en cuando encontraran la puerta forzada, sospecharían del robo, y que Echenique, temiendo que hubieran robado información, tomaría las medidas pertinentes. Fue en ese momento que imaginaste lo de las pantaletas. De esa forma, desviarías la atención hacia su hija, pues sabías lo importante que es para él su seguridad. Tomaste todas las pantaletas y dejaste el cajón abierto, sabiendo que eso atraería la atención. El problema, es que no podías irte, pues dejando la puerta abierta, alguien podría entrar a robar, deshaciendo tu coartada. Y por otro lado, cerrar de nuevo las llaves que aún funcionaban despertaría sospechas. Entonces cerraste la casa, saliste a dejar las pantaletas y la cámara en un lugar seguro, y volviste. Y fue que los llamaste, usando el pretexto del olvido de la clase, y esperaste aquí a que llegaran. Eso fue una especie de valor agregado, pues el cuidar la casa mientras volvían te alejaba de sospechas.
Echenique volteó a verla, con una mezcla de sorpresa y decepción. Yo sentí súbitamente la mano de Isabel en mi hombro, que me susurró al oído
- Vámonos, es mejor que ésto se arregle entre ellos.
Salimos de la casa lentamente, sin decir nada. Yo volteé la vista durante unos segundos, pero Isabel nunca dejó de mirar al frente.

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