A pesar de que la educación que estaba recibiendo por parte de Isabel estaba al nivel de la de cualquier carrera profesional, y mucho más extensa, el hecho de no haber sido nunca universitario si me pesaba sobremanera, por lo que nuestra visita a la UAM Xochimilco no dejó de imponerme un silencioso respeto. Isabel, sin embargo, se movió con soltura, dirigiéndose a la cafetería del plantel y, tras de revisar el lugar cuidadosamente con la mirada, se acercó sin dudar a la mesa donde una muchacha joven esperaba sola.
- ¿Adriana? - preguntó más buscando una confirmación que por verdadera duda - Yo soy Isabel Betancourt, hablamos el día de ayer.
- Si, claro, tomen asiento - La chica sonreía nerviosa, viéndonos las caras con cierta sospecha, pero sin perder el aplomo.
- Tal y como te comenté en el teléfono, queríamos hablar de la serie de cartas que habías mandado con frecuencia a las oficinas de Larraizar. Tengo entendido que tú eres la representante de Pro-Tauro.
- Si, lo soy - respondió más segura - Somos de un grupo de animalistas, que nos oponemos a la barbarie que ese hombre realizaba.
- Me interesó hablar contigo porque, en una de las cartas, mencionan que tienen elementos para hacerlos detenerse, y alguien subrayó específicamente esa parte ¿De qué hablaban?
- Si piensa que se trataba de extorsión señorita, está muy equivocada, eran firmas, opiniones de diveras publicaciones, estudios... Material con el que podíamos refutar todos los argumentos taurinos.
- ¿Y recibieron alguna respuesta de él?
- Nunca de Larraizar, tan sólo de Bátiz. Y se limitaba a argumentos sobre la supuesta "tradición" y "cultura", nada que realmente tuviera bases.
- ¿Y sobre la última carta? ¿Alguna respuesta?
- No, ninguna, aunque como generalmente demoraban en volver a escribir, no lo vi extraño.
- Muchas gracias Adriana, nos has sido muy útil. Por cierto, es admirable lo que hacen en Pro-Tauro, tuve oportunidad de verlo en Facebook.
- Gracias señorita. Pero puede creerme, yo odiaba lo que hacía ese hombre, pero nunca lo hubiera matado.
- No te preocupes, daremos con el culpable.
Mientras nos dirigíamos al coche, no pude dejar pasar la oportunidad de preguntarle algo, pues uno de sus comentarios me sorprendió.
- ¿Tú tienes Facebook?
- Claro, y debo decirte que, en algunos casos, y si estoy correcta, puede ser la diferencia entre la vida o la muerte. Pero apresúrate, que tenemos otra persona a quien ver.
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