jueves, 22 de marzo de 2012

Facturas pendientes

Cuando salimos de la Universidad, Isabel tenía esa sonrisa amplia y confiada que suele mostrar cuando va sobre una pista correcta. Sin embargo, como era su costumbre, no solía darme muchos detalles, aunque la parte de Facebook me había dejado lleno de curiosidad. Estuve dudando mucho tiempo en preguntarle cual era la relación pero, cuando por fin me iba a decidir, ella rompió el silencio de golpe.
 - Julio, entre las fotos que tomé de los documentos, debe de haber una de un recibo de pagos ¿Me los puedes mostrar? o sólo dame la dirección que aparece ahí.
 - Busqué en el sobre que traíamos, y entre todos los documentos que había seleccionado - no los llevaba todos - venían dos recibos de honorarios, ambos a nombre de Antonio Contreras. Aunque mis conocimientos de tauromaquia eran prácticamente cero, recordaba el nombre de la misma noticia del asesinato, pues al parecer había sido la última persona que había visitado la oficina. Él era un torero de cierto reconocimiento, y cuya carrera, según pude investigar, iba a la alza, pero no se había hecho todavía de un nombre importante. Su casa, de hecho, era un departamento medianamente elegante, pero no muy lujoso. Nos recibió con cierta desconfianza, pero sin reticencias. La sala, tal y como me imaginé, estaba llena de todo tipo de decoraciones taurinas, en lo que al parecer era un gusto compartido de todo ese gremio.
 - Bueno señor Contreras, imaginará que es lo que me trae aquí.
 - Supongo - dijo algo nervioso, pero hasta cierto punto resignado. Si bien era un hombre claramente culpable, no se veía como alguien que hubiera sido descubierto en un homicidio.
 - Bien, entonces hablemos de esas "bonificaciones"
 Yo alcé la ceja, sin saber de que hablaban.
 - Bueno señorita, ya sabe. La cantidad de impuestos que uno puede pagar pueden ser bastantes, y Larraizar me propusó una opción. Mi recibo sería por la mitad de lo que él me pagaba, y lo demás me lo daría como "bonificación". Lo sé, eso es ilegal, pero bueno, dejé que me convencieran...
 - Entonces ¿Su recibo es por la mitad de lo que le pagaban? ¿Exactamente?
 - Quizá no exacto, unos pesos más o menos, pero muy cercano.
 - Mire caballero, tal y como le dije al teléfono, yo puedo ayudarlo a que se regularice, sólo para agradecerle su ayuda.
Cuando salimos, su rostro se veía especialmente brillante, y era claro que tenía ya la solución.
 - Bueno mi estimado Julio, creo que el siguiente paso es descubrir al criminal. Pero tenemos que ser muy discretos. Llámale a Ortega y dile que nos vemos en la oficina de Bátiz, necesitaré que me ayuden para dar con el culpable.

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