viernes, 9 de marzo de 2012

Armando el rompecabezas

Tras de revisar un poco más el lugar - en el particular estilo de Isabel - volvimos a la oficina durante el resto de la tarde. Durante un par de horas, no dijo ni una sola palabra, pues se limitó a revisar las fotos de los documentos con un cuidado muy especial, releyéndolas con cuidado. Mientras tanto, yo estaba nuevamente acomodando los archivos, que era mi trabajo habitual, pues sabía que, mientras su lapiz labial estuviera subiendo y bajando, lo mejor era no interrumpirla. No fue hasta que terminó de leer, que por fin rompió el silencio.
- ¿Notaste algo en especial en la oficina?.
A pesar de que ella solía soltar las preguntas al aire sin aviso, me pescó de sorpresa la súbita ruptura del silencio.
- Pues no realmente, como ya se habían llevado el cadáver, imaginé que ya no habrían muchas pistas importantes.
- Error Julio, muchas veces la explicación de un crimen puede estar en objetos anteriores al mismo. Quizá te diste cuenta que el móvil no fue el robo.
- No, claro que no, había muchas cosas muy valiosas en toda la oficina, y nada faltaba.
- Exacto. un equipo para iPod, televisión, un par de esculturas de bronce de toros, de excelente gusto, pero quizá no te percataste de algo...
Yo me limité a verla con una mirada de interrogación, pero no tuve que esperar mucho.
- Todo era nuevo. Si pudiste darte cuenta, los muebles, la decoración y otros aspectos del lugar tenían la apariencia de ser de hace mínimo 30 años, pero varias otras cosas contrastaban enormemente, pues todas ellas lucían de menos de dos meses de haber sido adquiridas. El contraste era demasiado obvio, me extraña que no te dieras cuenta.
Curiosamente, cuando ella mencionó ese punto, las cosas me resultaron más claras, incluso aunque ya habíamos dejado la oficina hace varias horas. Obviamente, todas esas cosas habían llamado mi atención, desde el momento en que todas estaban puestas para lucirse. Sin embargo, hasta que no mencionó ese punto Isabel, caí en cuenta que tenía toda la razón.
- Julio, necesito que, antes de que te vayas, me consigas una biografía de Larraizar, lo más completa que puedas. En especial, céntrate en su infancia. Yo necesito hacer algunas llamadas. Y prepárate, porque mañana posiblemente vayamos a tener una gran cantidad de entrevistas.
Asentí discretamente, y me dirigí a pila de periódicos que teníamos en la oficina. Nos esperaba un día agitado, pero precisamente de los que me gustaban.

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